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miércoles, 3 de junio de 2015

Nunca más nos encontramos.


Y con el tiempo fuimos un poco menos nosotros y un poco más distantes. Un poco menos amantes y un poco más cobardes. Y nos empezamos a perdonar todo, a pasar de largo las discusiones, a rendirnos sin dar batalla, a pedir disculpas sin mirar a los ojos, a vivir con rencores y convivir con culpas, a tapar los errores y negar los fracasos. Y con el tiempo nos perdimos, y nunca más nos encontramos.
-Brando. Bocanadas y Besos.

martes, 2 de junio de 2015

Amor

                    
Por Juan Rulfo

Desde que te conozco, hay un eco en cada rama que repite tu nombre; en las ramas altas, lejanas; en las ramas que están junto a nosotros, se oye.
Se oye como si despertáramos de un sueño en el alba.
Se respira en las hojas, se mueve como se mueven las gotas del agua.
Clara: corazón, rosa, amor...
Junto a tu nombre el dolor es una cosa extraña. Es una cosa que nos mira y se va, como se va la sangre de una herida; como se va la muerte de la vida.
Y la vida se llena con tu nombre: Clara, claridad esclarecida. Yo pondría mi corazón entre tus manos sin que él se rebelara. No tendría ni así de miedo, porque sabría quién lo tomaba. Y un corazón que sabe y que presiente cuál es la mano amiga, manejada por otro corazón, no teme nada.
¿Y qué mejor amparo tendría él, que esas tus manos, Clara? He aprendido a decir tu nombre mientras duermo. Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada. Lo han aprendido ya el árbol y la tarde... y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha puesto en las espigas de los trigales. Y lo murmura el río...
Clara:
Hoy he sembrado un hueso de durazno en tu nombre.